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Historia de la denominación internacional Seville Orange

Si paseas por Sevilla es inevitable que algo te llame la atención, los naranjos que inundan sus calles y plazas.
De hecho, es la ciudad con más naranjos del mundo, casi 50.000 ejemplares le dan a la ciudad ese color tan especial y ese inconfundible olor a azahar cuando llega la primavera.

¿A qué se debe que haya tantos naranjos en Sevilla?
Sobre esto hay diversas teorías.
Cuenta la leyenda que fue el propio Hércules, fundador mitológico de Sevilla, quién, tras robar en el norte de África la “manzana dorada” de la inmortalidad, descansó en Sevilla antes de enfrentase a Cervero, el perro de tres cabezas al que debía sacar del infierno, introduciendo así la naranja en la ciudad.
Otra de las teorías habla de que fueron los marinos genoveses quienes introdujeron las naranjas amargas desde Asia, allí, tener un naranjo significaba “felicidad del dueño”, por lo que fueron muchos los sevillanos que plantaron un naranjo en sus calles y patios.
Esto hizo que aumentaran mucho los naranjos en la ciudad, lo que contribuyó de manera ornamental, pero fueron los árabes los que quisieron ir un paso más allá, y utilizaron su flor, el azahar, para elaborar perfumes y aceites, querían convertir a la ciudad en la capital mundial de la perfumería, y con ello, siguieron aumentando los naranjos en Sevilla.
La última de las teorías también tiene que ver con marinos, aunque esta vez escoceses.
En sus campañas navales a África sufrían una alta incidencia de escorbuto, es decir, falta de vitamina C, sabían que tenían que aumentar su consumo, pero en esos viajes tan largos los frutos se estropeaban.
Vieron entonces que, macerándolos con azúcar, los frutos aguantaban, descubrieron así el sabor tan agradable que le daban las naranjas amargas de Sevilla.
Tanto éxito tuvo esta mermelada de naranja amarga que llegó a oídos de la Casa Real Británica, que cuando la probó se enamoró del producto y lo industrializó, con lo que aumentó así el número de naranjos en Sevilla.
A día de hoy, esta mermelada, elaborada en exclusiva a partir de naranjas de Sevilla, es la famosa “Seville Orange Marmalade”.
Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia, amantes de esta mermelada, iniciaron con la tradición de enviar las naranjas de los árboles del Real Alcázar de Sevilla a la familia Real Británica para que pudieran elaborar la mermelada de naranja amarga.

Esta tradición se interrumpió durante algún tiempo, pero hace dos se volvió a retomar.
En 2020 Fue el mismo embajador británico en España quien se puso en contacto con el Real Alcázar de Sevilla para retomarla, la noticia fue recibida con alegría y se enviaron 20 kilos de naranjas seleccionadas y recolectadas manualmente de los árboles del Real Alcázar de Sevilla.
En esta ocasión, fue la propia embajada británica en Madrid quién elaboró la mermelada que se envió a la Reina Isabel II.
Se dice que es la mermelada preferida de su majestad y la que toma todas las mañanas en su desayuno.
Hasta aquí la bonita historia de las naranjas amargas y su uso alimentario, pero…

¿Qué ocurre con el resto de naranjas amargas?
Además de esta famosa mermelada, se elaboran otros productos alimentarios como licores y productos de confitería, pero, en contra de lo que todo el mundo piensa, el porcentaje de naranjas que se dedican a uso alimentario es el menor, debido a la alta exposición que tienen los árboles en la ciudad y los exigentes controles de calidad que deben pasar.
La mayor parte de estas naranjas amargas se utiliza para la fabricación de cosméticos, perfumes, abono, pienso y biogás.
Cualquier opción es válida para aprovechar estas naranjas que tanta fama y vida dan a la ciudad de Sevilla.

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